Pese a que le mentía y le decía que estaba de acuerdo, que las fotos eran hermosas, en verdad en esas fotos ella nunca vio nada destacable. No era que las fotos le parecieran malas, era que simplemente solo unas líneas sobresaliendo, como interponiéndose a un horizonte generalmente sobrecogedor, era todo lo que se alcanzaba a ver de ella en esas fotos. Tan chiquita se veía, que al comienzo llegó a pensar que era alguna clase de burla de parte de él; quien se hacía tan lejos para capturar la imagen con solo su lente de corto rango, que en el resultado final, a veces no se adivinaba siquiera dónde terminaba el torso y comenzaban las piernas de ella; lo cual, dicho así de paso, puede sonar menor, pero no sería tal si conocieras sus piernas. Sin dudas un ejemplo claro de lo difícil que era siquiera identificarla en las fotos que él le tomaba. Pero precisamente esa imagen, o esa ausencia de imagen, era según él, la vista que él más amaba de ella. Era como una alquimia, a través de la cual l
Ocupando con su metro y medio casi toda la cama, termina de armar el porro tal como lo ha hecho las últimas veces y rota el cacho tras los primeros plones. Después de que terminamos resultó que la desgraciada ya no solo fuma, sino que además arma unos porros bastante buenos, y pensar que se persignaba cual monja, cuando hacía tan solo un par de años, mediante señas le decía que me iba a fumar a alguna esquina para no molestarla con el humo. Se sigue viendo igual de hermosa que siempre, un poco mayor, un poco más sabia y también un poco más rota y por tanto, un poco más fuerte. Lo primero por mi culpa lo segundo por gracia de ella. Noto que la marihuana empieza a afectarme cuando me fijo en que el color de Canela, mi perra, más que Canela es Chocolate y por tanto pienso que su nombre quizá no fue la mejor elección, aunque chocolate trae a mi mente un perro labrador, macho y de un color mucho más oscuro. Sí, ya estoy en el viaje. Es bastante raro, como si de repente los últimos tre