Bestia.
Ni bien se bajó del bus este siguió a toda marcha su camino por la carretera sinuosa que llevaba a la cabecera municipal. El brusco rugido del motor lo estremeció y le recordó lo minúsculo de su ser, completamente solo en esa carretera completamente oscura. Se había quedado dormido y pasó de largo su parada quien sabe hacía cuánto, pues el chofer ante su pregunta le dijo que "eso se habían pasado hacía mucho rato", mientras que el ayudante le replicó que "eso no, que ni tanto".
Emprendió camino devolviéndose por el borde de la carretera pero apenas se perdieron el bus y su inquietante luz roja trasera, escuchó unos pasos pesados muy cerca de su espalda que lo dejaron completamente frío y sintiendo como si la presencia de todo el gélido páramo besara su nuca. Pese a su intención de continuar sin perder el control, ni bien volvió a escuchar y sentir los pasos tras de sí, provenientes de una noche cegadora que le perseguía, apretó el andar y al rato hecho a correr camino a la vieja finca familiar.
No supo bien cuanto corrió pero al portón llegó empapado en sudor frío, aliviado eso sí, de haber escapado al infame espanto que le persiguió. Pese a que el conocido desvío hacía su finca si se encontraba iluminado, su miedo fue tal que nunca giró la cabeza para mirar atrás y por eso nunca notó que a lo largo de la carretera por la que venía, las vacas lecheras que él había despertado con su carrera le miraban alejarse, mientras se acomodaban pesadamente para volver a dormir produciendo los mismos sonidos de la bestia que le persiguió.
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